La compra



octubre de 2010

Mientras revisaba Mercado Libre, Pedro se enteró por internet de la venta de un Mustang 65, sin pensarlo se propuso  comprar lo que había buscando por más de veinte años, el carro que perteneció a su abuelo. Su trabajo como jefe de contabilidad lo posicionó en una mejor situación económica, parecía ser feliz y quería consentirse con la compra del carro. Los últimos días había estado estresado porque su esposa Karla solía recriminarle que vivieran en esa pocilga cerca de metro Observatorio, aunque su sueldo era competente y podían vivir en cualquier otro lado, la idea de Pedro era ahorrar lo suficiente para poder vivir sin preocupaciones, por ello seguían en esa casa. 

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, es el rezo que todas las noches enNseña  a su hijo  Cristian, la oración le recuerda  que esta vida vale mucho más desde el nacimiento de su pequeño. Era  viernes y Pedro se dispuso a recoger a su hijo en el Kinder, su esposa no recogía a Cris porque la señora Lola -su vecina- solía hacerle el favor debido a que Karla se la pasaba con las labores domesticas y no le daba tiempo.

Cerca del medio día, al al llegar al colegio, Pedro se encontró en la puerta de la escuela con la señora Lola, le comentó que salió temprano del trabajo debido a que la tienda estaba de maravilla y su jefe le sugirió tomarse el resto del día para poder descansar el Sábado y presentarse como todos los Domingos en su trabajo. La señora Lola molesta porque no fue avisada al respecto torció la boca, pero después de ver que de la mano de Pedro salía un billete de 20 su semblante cambió en una sonrisa mágica.

Pedro vio por el corredor de la escuela salir a su hijo, Cris al verlo, corrió hacia su padre y le dio un abrazo de esos que sólo los niños pueden dar por toda la inocencia que tienen. Cris le preguntó a su papá el motivo por el que fue por él, Pedro le mencionó a grandes rasgos la historia que le contó a la señora Lola mientras caminaban para abordar el Honda 2002 que su padre le heredó luego de luchar con un cáncer de próstata por más de cinco años.

Mientras se dirigían a casa decidieron hacer una parada por un helado, Cris con cara de ángel le pidió  a su papá que le llevaran uno a su madre; sin pensarlo  Pedro pidió tres copas flechazo para llevar -recordó que el jarabe preferido de su esposa era de zarzamora con queso- y ordenó que tuvieran ingrediente extra.

Una vez en el carro Pedro platicaba con su hijo como si éste fuera una persona mayor, volvió a su mente la historia del Mustang 65 y citó con el pensamiento a su abuelo Juan  -quien había muerto cuando tenía diez años- “este Mustang 65 fue mi primer carro y quiero que lo conserves “. A pesar de que Pedro era solamente un niño recordaba con anhelo las palabras de su abuelo. El Mustang lo había vendido su padre por cuestiones de dinero, por ello le heredó el Honda a él y no a su hermana mayor… ahora, tiempo después al ver el mismo carro de su tata había decido comprarlo.

Al llegar a la calle de Sur 124, Pedro alcanzó a distinguir el 65 de su abuelo, Rojo como la sangre, el vehículo lucía entre los demás, ese clásico que lo persiguió toda su vida estaba tan cerca que sólo se preguntó qué hacía en la puerta de su estacionamiento. Al bajar a Cris del carro, Pedro se percató del sol encima de él, eran la una de la tarde cuando arribó.

El carro lo llamaba, y él, sorprendido, miró  de lado a lado para ver si el vendedor estaba cerca, recordó que comentó algo en Mercado libre, pero no imaginaba que el dueño del carro diera con él al otro día, más cuando nunca dijo dónde vivía -pensó que quizá había escrito algo que no recordaba-. Con los brazos ocupados por los helados y Cris, entró por la puerta de madera que él mismo había colocado.

Se asombró al ver que su esposa no estaba en la cocina ni haciendo el quehacer, algo raro para una mujer compulsiva con la limpieza,  llegó a pensar que había ido a la tienda por algún ingrediente para la comida. Sentó a Cris en la sala, le prendió la tele y le puso un video musical de Shrek.

Al subir las escaleras para darse un baño en lo que llegaba su esposa, escuchó un ruido dentro de su cuarto. Perplejo ante aquel sonido caminó lento hasta su habitación. La puerta de su recámara  estaba abierta y alcanzó a ver que un tipo se encontraba con su mujer. Pedro no supo cómo reaccionó, bajó a la cocina y tomó unos chuchillos. Cris le recordó los helados pero no se percató de la voz de su hijo. Subió por segunda vez. Cuando regresó con Cris, Pedro tenía la camisa llena de sangre, su hijo le preguntó si se  había caído, Pedro no lo corrigió.

Cris no supo lo que había pasado aquella tarde, vio a su padre con unas llaves de carro distintas y juntos partieron a casa de su tía. El helado del niño escurría en el asiento del Mustang. Al día siguiente su papá salió en los diarios de sucesos.