Ensayo:DIOS DE LA TRASCENDENCIA



Nunca se siente la soledad que vivimos amén a los medios de comunicación, envueltos en papel celofán podemos encender la televisión, la radio, el ordenador –internet- para perdernos en nuestro imaginario colectivo. La creación de mitos, a través del imaginario popular, creados por los medios de comunicación como únicos e irrefutables se ha convertido en la lengua más larga que se pueda haber conocido jamás.

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Cualquier mexicano sabe de leyendas que lo acorazan eternamente, por ello los medios actuales proceden como Tlalticpac, convertidos en colibríes y otras aves hermosas para comunicar con su presencia resplandeciente las glorias solares. El paraíso de nuestra sociedad deslumbra a quienes sueñan e imaginan un mundo mágico que cubra como el sol sus pesares. Las lágrimas recónditas de los espectadores suelen ser más grandes dentro de los programas que presencian que en su misma vida.
El más grande atributo del mexicano es fantasear. Duele pensar que la gente fue creada para un momento en específico, las promesas de los Dioses de un mundo utópico no llegaron, pero, el hombre reposando su malicia descubrió que la mejor manera de control era darle al pueblo lo que pida. Hace años se veía en la televisión y se podía escuchar del chupacabras en cualquier casa, ya fuera para desmentir el hecho, o para hacer referencia a la furia de Dios que cansado de tanto pecado lo mandaba para mostrarnos su ira. No hace mucho tiempo pasó lo mismo con la Influenza,  no se diga los terremotos de Haití y Chile que fueron los que auguraban el final de los días.
Cuando los medios regalan su sabiduría, los sueños que tuvimos por la noche resurgen de nuestro profundo ser. Ver una noticia es un juego que endulza el placer por ver la reacción de los mexicanos, Programas como Casos de la vida Real le dio a cada mexicano la posibilidad de identificarse con todo el pueblo, saber que los ricos sufren como los pobres, los hace creer que la realidad no es tan mala como ellos pensaban. Al final de cada capítulo visto por los espectadores mexicanos -vivos por su fantasía- se dan cuenta que alcanzarán sus sueños sin mucho esfuerzo; por ello los sueños por la noche despiertan los anhelos.

El sueño que muchos mexicanos solemos tener es soñar que alguien se casa, soñar que he soñado despierto alegra los corazones “puros” de las almas en pena. El sueño de ver a alguien vestido de blanco en el altar significa que alguien cercano a ti morirá. Cuando pasa este sueño la incertidumbre llena los pensamientos de preocupación,  más si en la novela de las 9 este sueño lo tuvo la protagonista cumpliéndose el designio de su pesadilla, de modo que se sufrirá por ese sueño maldito que arrebata la ilusión de la vida.

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Nuestro Dionisio –los medios de comunicación- son los que superan el mundo, aquellos que propician la trascendencia, el ir más allá siempre. Se tornan Dioses de nuestro mundo, catequizan las fantasías e inmolan los pensamientos convirtiéndolos en verosímiles. Los medios se convierten en el Dorado, ese lugar mágico cubierto de tesoros que deja libre la plaza central para el monarca. Tan pronto como se ubican al centro de la barca dejan caer su capa multicolor mostrando a todos su cuerpo recubierto de polvos de oro.

El mayor sueño de muchos mexicanos es pertenecer al grupo de la elite social, pero no para vanagloriarse con su éxito, sino para ser reconocido, para que los demás sepan que existe y que pueden contar con él, que no es simplemente uno más que no logra destacar en este mundo lleno de competencia.

La mayor ilusión de los espectadores de Dionisio se encuentra cuando comienza aquel programa o página de internet donde saben que un nuevo acontecimiento se siembra para que ellos no pierdan su cordura.
Hablar es un factor importante en cada sociedad, sin embargo, cuando se habla con la televisión, la radio, o el ordenador, se hace de tal manera que los artefactos contestaran a sus dudas o sintieran sus insultos. ¡Sí, eso es cierto! ¡Vaya, hasta que alguien lo pone en su lugar! ¡No mames… estás re-pendejo; ese era gol! ¡Pinche página… ya te trabaste! ¡Sigan bailando así… ustedes pueden!  Estas suelen ser expresiones que de la nada nacen del interior para comunicarle a Dionisio que somos parte de su mundo mágico.

LOS SUEÑOS

Ya se ha hablado del sueño del casamiento, pero, por qué creer que la vida es un sueño. Quizá la culpa es de Dionisio, tal vez la falta de lectura o podríamos culpar a los Dioses; ellos a final de cuentas fueron los que crearon historias fantásticas para concebir nuestra existencia. Posiblemente morimos pensando que la vida fue un sueño, Dionisio opone el arrebato del perderse en la irracionalidad, en la pura emoción, en el abandono del sentido del ego.
Los medios son todo lo que queremos o pretendemos ser, los problemas mentales del mexicano suelen ser de inferioridad –Octavio Paz lo anunció-, he conocido mexicanos que no saben cómo manejar su vida, viven de la esperanza, esperan que el destino los ampare y les dé el cariño que de niños no tuvieron. El único que puede declarar el rumbo de su vida es Dionisio.
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De tanto ver historias ficticias donde el pobre se convierte en rico, o, el estudiante sin recursos se convierte en dueño de una empresa, los espectadores creen que su vida se solucionara sin mayor problema.
Las ilusiones creadas por el sueño nocturno, son parte sustancial de nuestro mañana. Soñar despierto marca nuestras vidas, cuando menos lo pensamos creamos historias que nos ponen como único personaje relevante de este mundo. 

Al igual que las novelas televisadas los corazones de los seguidores de Dionisio se tornan fríos, argumentan que su vida se debe llenar de competencia para alcanzar sus metas. Las consecuencias para lograr los cometidos no importan, el sudor que desgarraran a lo largo de la travesía vale cada gota, incluso lastimar a otros no tiene relevancia.

Cuando se sueña despierto, se sueña con la expectación de olvidar el mundo efímero en el que se existe. La vida no se valora aún cuando se tiene todo para poder salir adelante, la vida, dejó de tener significado con la llegada de Dionisio, él posibilitó la fusión de animales-humanos-dioses al disolver sus diferencias y fusionarlas dentro del mundo perfecto.

Adiós al hombre pensante, bienvenido el hombre creado, aquel que no es ni de allá ni de acá, ese que será perfecto a los ojos de los adoradores de Dionisio, veneremos los sueños de pocos y olvidemos que soñar no es un arte mítico de la búsqueda de significados, soñar es cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona, no en el mundo de los medios, sino como parte de uno mismo.

El mexicano no se cansa de soñar, cree que si enciende ese sentimiento puede alcanzar lo mismo que el personaje de la leyenda del Indio Triste, gozar al máximo a expensas de los secretos de otros, sin importar traicionar a sus semejantes, como si su virrey fuera Dionisio y los demás que no pertenecen a Dionisio se convirtieran en los subversivos, aquellos que luchan por establecer el imperio de Moctezuma.

En este mundo, Dionisio representa por tanto el más allá de la vida y la muerte, es quien rige nuestros sueños y convierte nuestras fantasías en realidad, no le importamos, sólo somos mortales encargados de vivir bajo sus dos vidas, la del encanto y la realidad inverosímil.
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El sueño da la posibilidad de mirar un programa y dormir con él, sentir que el guión creado es parte del  ser provoca que idealicen la tormentosa mentira con la que se fueron a la cama, tomándolo como si fuera su vida vista por millones.

Cuando las personas pasan demasiado tiempo con la presencia de Dionisio, no se percatan que fueron arrastradas a un mundo imperfecto, no asimilan que su subconsciente fue llenado de calumnias que no tienen nada que ver con sus sentimientos, pero,  aún de ésta manera anhelan que bajo la sábanas se revele el médium que llevan dentro, mostrándoles su destino y sobre todo el futuro, para saber qué hacer durante sus fugaces días.

LA FANTASÍA DEL MEXICANO

Entrar a una página de videos para mirar cómo se mata la gente es factible para aquellos que quieren desprenderse de su personalidad, darse cuenta que en el fondo son como los que torturan y que esas historias acontecen aquí y en China. Los sitios web son la fantasía de todos los mexicanos, en estos encuentran que alguien es como ellos, que en el mundo de Dionisio existe alguien con el que se identifican.
Anteriormente podría haber pensado que Dionisio tenía una sola vida, sin embargo, como en la historia ha nacido dos veces, su corazón devorado por los Titanes y resucitado por Zeus se ve reflejado en la utopía en la que los hackers crearon el internet y creyeron que la red sería universal. Hoy en día Internet se ha globalizado, a tal grado que todos ven los mismos contenidos y si quieren buscar alguna información simplemente entran a un buscador como única respuesta en el mundo mágico de Dionisio.

La televisión y la radio, su primera vida, no se cansan de ser inmunes a la muerte, el periódico sobrevive pero sigue el lineamiento de noticia informativa, claro que lo salva su publicidad, que, con ánimos de persuadir, invade la mente de millones de ojos para mostrar al mexicano que sus deseos se pueden cumplir.
Cuando se levanta la revolución industrial en un país subdesarrollado, la única esperanza que queda es la de crear leyendas y mitos, si Internet fue creado suponen que fue inventado porque  tiene todas las respuestas a las interrogantes que intuyen; como si tecleando Dios en el buscador aclarará todas las dudas que éste significa.
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Dionisio sabe cómo manipular la mente de quienes abandonados con su existencia no buscan crear información, sino simplemente se conforman con robar ideas vistas en un portal, buscar qué significa su sueño, cómo vestirse a la moda, bajar fotos del artista de moda para lucirlo en la pantalla de la computadora o del celular; probablemente bajarse las canciones, todo con la tarea de pertenecer a ese mundo Dionisiaco que roba nuestra alma y la convierte en una más ignorante.

Los valles de la red son inmensos, el corazón mutilado de los pensamientos grita la libertad de la reflexión, encerrado en las penumbras de la homogeneidad estancada, donde pensar diferente es un pecado. Si se ven videos en la red o recetas para perder peso, o quizás la biografía de quien anhelas conocer, se crea la expectativa de ser totalmente otra persona, tal vez “Totalmente Palacio”.

La gente suele criticar el mundo indígena, como si sus sueños no tuvieran ninguna relación con su futuro mediático. La realidad que no aceptan es que fuimos y seremos eternamente cortados con la misma tijera, el mexicano es MESTIZO y no mexicano creado por Dionisio.

Es triste saber que los Dionisiacos piensan que si una persona perteneciente a una etnia entra a una tienda “Total” lo hace con el único propósito de robar o pedir limosna, ¿Acaso no la mayoría de los mexicanos somos de la clase más jodida? O ¿Desde cuándo su apellido es Slim, Vázquez Raña o Azcárraga?

La Internet se mueve a velocidades estratosféricas que cambian de manera impresionante el imaginario colectivo, de tanto fantasear nos olvidamos de lo que somos, o lo que alguna vez fuimos, siempre la percepción está adelante, nunca pensamos que las respuestas están en el atrás. Las miradas cansadas se observan en los espejos de cada tienda que pertenece a Dionisio, como si él fuera protagonista de todos los relatos míticos que vivimos.

El día a día suele ser eterno si se habla con el interior de nuestra personalidad, es mejor alejarse y ser parte de las redes sociales que constantemente tienen a alguien conectado, que vivir repasando nuestro interior que cansa y nos mata suavemente cuando vemos que no somos como Dionisio espera que seamos, eso, nos carcome lentamente, hasta mostrar los huesos de la sabiduría que alguna vez fueron parte de nuestra personalidad.

Dionisio llegó para acabar con la humanidad y transformar a ese Dios que regirá eternamente el mundo de Zeus, tal como él creó al hombre para adorar a los Dioses por la eternidad. Al parecer, el verdadero profeta es Dionisio.

MITOS

Alguna vez comenzamos el día subiendo a la montaña hasta alcanzar la cima, fuimos hijos de hombre que en busca de avaricia y poder infinito creó Dioses que lo guiaran para darle fe y entendimiento, ese hijo de hombre que buscó liberar su alma para estar orgulloso de su enseñanza acabó con los sueños de los que ahora nos llamamos mexicanos.

El hombre parió a Dionisio y hombre nunca será, por ello viviremos con los mitos que cautivan los corazones de cada mexicano y que al final arguyen la grandeza de las civilizaciones mesoamericanas.

Extrañamos lo sublime del hombre y en vez de hacer algo por recuperarlo nos sumergimos en Dionisio, quien nos llena de vida. Hay mexicanos que creen en el fin del mundo, más si Dionisio lo dice, creen en la maldad de los comunistas sin saber qué es el comunismo, desconocen que vive en un mundo capitalista- no saben que es capitalismo-, simplemente viven por espejismos que retratan un futuro inexistente.

Si alguien se atreve afirmar que Dionisio se equivoca pobre de quien lo dijo, lo tachan de presumido, de raro, de loco, como los de los medios que no encajan en las historias “cotidianas” con las que se identifican.

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Existe el paraíso de Tonatiuhichan donde llegan los guerreros muertos y todos aquellos bajo el culto solar; cada minuto que pertenecemos a Dionisio nos convertimos en hombres-águila y hombres-tigre reunidos en el “salidero del sol”, esperando que nuestro astro solar emerja de las tinieblas para acompañarlo en su trayectoria y nos brinde junto con los que han muerto sus propiedades vitales. Tlalticpac ya no necesita bajar cada cuatro años para emitir cantos y comunicar con su presencia sus actos solares, Dionisio le arrebató el trono a nuestro primer filósofo emplumado del Altiplano Central de México, Quetzalcóatl.

El verdadero paraíso insuperable es el que crea Dionisio, muertos en vida, perdidos en la ignorancia, poco a poco nos alejamos de lo que alguna vez fuimos; hijos de pensadores acribillados por el racismo, despreciados por la vergüenza que arrastra cada mexicano, sin saber que es orgullo el que debería comernos el alma.
La soledad es inmensa, como un poema jamás escrito, que reflejará en el acontecer aquella esperanza en la que Dionisio pueda darnos eso que ningún otro Dios pudo darnos, el placer por vivir al límite, sin importar la pérdida de la inteligencia heredada por los indios.
Cada sol puesto convertido en días, parece mostrarnos casi de manera inadmisible a esos indios como algunos los llaman con desprecio, para convertirlos en cada una de las verdades que no aceptamos para salir adelante. Por ello creemos en mitos falsos, en fantasías sin sentido que promueven nuestro bienestar económico -sin importar que la conciencia nos diga basta - pensamos que nuestros sueños descifran quienes somos -sin reconocer que florecemos gracias a la mezcla de todo el mundo - para al final morir con la seguridad de que Dionisio nos protegerá por siempre, sin saber que se convertirá en ese mundo utópico de la ignorancia, del desprecio por uno mismo, y, sobre todo, las lágrimas que en el cielo se han dejado, morirán evaporadas, al no percatarse que Dionisio elige lo que nos regirá por la eternidad.